La tenencia responsable de un animal implica hacerse cargo de las necesidades emocionales y físicas de la mascota para lograr que tenga una mayor calidad de vida. No basta con darle un poco de amor, llenarle el plato de comida y darle agua para que su vida sea saludable. Es indispensable brindarle a la mascota los cuidados veterinarios pertinentes para optimizar lo más posible su estado de salud ya que así, estiman los expertos, los felinos pueden vivir entre 15 y 20
años.
Una vez que se adopta a un gato, ya sea de la calle o cría de una mascota de algún conocido, es necesario llevarlo al veterinario para hacerle los estudios que sean correspondientes y, si se detecta alguna enfermedad, poder tratarla a
tiempo o, si no se pueden costear los tratamientos, encontrarle un hogar donde dispongan del dinero necesario para solventarlo.
Según el Manual de Tenencia Responsable de Gatos de la Corporación Siete Vidas: “existen muchas enfermedades que pueden afectar a los gatos. Algunas son causadas por virus, otras por bacterias, protozoos, parásitos; otras de origen autoinmune, inflamatorio o desconocido. …Algunas se originan por factores hereditarios o genéticos, que son azarosas en su aparición y presentación. Algunas las podemos tratar y prevenir, y algunas lamentablemente no”. Algunas de ellas son: Leucemia Felina (FeLV), Inmunodeficiencia Felina (FIV), Complejo Respiratorio Felino (Herpes Virus, Calicivirus), Panleucopenia (Virus), Rabia (Virus), Peritonitis Infecciosa Felina (PIF).
Microchip como recurso identificatorio
Otra de las formas de evitar el aumento de animales en situación de calle y de encontrar a aquellos que se hayan extraviado es promulgando la importancia de su identificación ya sea mediante chapa, collar o ambas. Además de estas formas tradicionales, en los últimos años se ha inventado un nuevo recurso para aquellos gatos que no soportan tener collares en su cuello y que también sirve para evitar que su collar le sea retirado por extraños.
El microchip es un dispositivo muy pequeño que se coloca por debajo de la piel del animal a través de un procedimiento indoloro. Este tiene un código único que se registra en una base de datos con toda la información correspondiente al gato y a su dueño. Al ser tan pequeño y como no es invasivo, el microchip puede aplicarse desde que el animal tiene entre 10 y 12 semanas en adelante.